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viernes, 29 de junio de 2012

LAOCOONTE, LESSING, POESÍA, LO FEO

La obra más importante de Lessing es Laocoonte (1766), cuyo subtítulo (Sobre las fronteras de la poesía y de la pintura) proclama inequívocamente sus intenciones. Su punto de partida está en las reflexiones de Winckelmann en Sobre la imitación en el arte griego (1755), que ponía a la figura de Laocoonte, por su semblante de relativa calma y de sobria contención, por la ausencia de cualquier expresión de rabia o violencia mientras soporta los mayores sufrimientos, como un ejemplo característico de la “noble sencillez y serena grandeza” que había caracterizado la belleza griega: “... no profiere los horrísonos gritos de aquel que cantó Virgilio...”



Hay entonces unas diferencias entre el texto y la representación. Lessing se pregunta el por qué de estas diferencias.


Cada manifestación artística tiene sus propios signos, sus propios medios de expresión. Los signos o los medios de las artes plásticas serían, para Lessing, las figuras, los colores, que se mueven en el espacio. La poesía se sirve de sonidos que se mueven en el tiempo. Son medios de expresión completamente diferentes. El fin de las imágenes y los colores es la representación de los cuerpos, y deben mostrar cierta similitud con los cuerpos que representan. Los colores en el espacio serían el significante, y aquello que representan, el significado. Hay que aproximar el significante al significado, a la realidad, lo más fielmente posible. Debe haber, en definitiva, una analogía con la realidad.

La poesía se mueve en el tiempo, tiene mayor fuerza, no precisa de los cuerpos, es capaz de recrear acciones en el espíritu, es más vivaz. Puede recrear dinamismo, lo que no es fácil para las artes plásticas, que de alguna manera tienen más limitaciones que la poesía, pues no son capaces de narrar el discurrir del tiempo. Las artes plásticas han de centrarse en los momentos más dramáticos. Lessing apenas se esfuerza en ocultar su convicción acerca de la superioridad relativa de la literatura frente a las artes plásticas. En efecto, afirma, sólo a la representación literaria le sería concedida, en principio, el acceso al “campo ilimitado de nuestra imaginación”.

                                        


Psicología de la Estética

Da entrada a la categoría de “feo”, y lo considera una categoría independiente, fuera de la belleza. De ahí que considere la belleza como la representación de las partes proporcionadas. Así vuelve atrás en el pensamiento estético, aunque el hecho de acoger “lo feo” como algo significativo es novedoso.

Dentro de lo feo hay dos niveles:

·        Fealdad inocente. No es intencional y se acerca al ridículo.
·        Fealdad nociva: es intencional y perjudica la imitación en la obra de arte.

Un artista, si bien puede representar la fealdad inocente, no ha de buscar la segunda fealdad, pues es perjudicial.


[1] LESSING, G. E.: Laocoonte. Porrua, México, 1993.